Ya vuelvo a estar aquí con el ordenador recargado. Y no sé por dónde empezar, si por los zombis o por lo de Ruiz Mateos. Bueno, empezaré por lo de Ruiz Mateos: que me tiene sometida a férreo acoso. Bueno, ahora a eso lo llaman acoso y se ve que está feo pero lo de decir "Nena, ven que te doy un meneo" se ha hecho toda la vida. Enfín, que viene José María y me dice:
-Pilar, a ver cuándo acabamos lo que empezamos el otro día.
-Pero, José María, ¿y si nos pilla tu señora?
Por darle excusas, claro.
-Nos vamos al velero, me llevo los dos legionarios que hagan guardia fuera por si viene ella que nos avise. Y tengo un camarote con aire acondicionado y todo.
-Pero es que yo, cuando me desparramo, soy muy ruidosa y me dan tales espasmos que el barco puede zozobrar.
Y en esas estamos, que digo que si Rebeca y Blanca lo hacen, a ver si yo no puedo, que he leído en el blog de Blanca que el otro día el Markel le dio un tiento dentro del agua.
Y de los zombis: los despachamos todos el sábado por la noche. Que resulta que eran zombis como los de las películas, que si les disparas les haces un agujero pero no se mueren. Lo que pasa es que si les das cuatro tajos se mueren otra vez y ya está. Que fue lo que pasó con lo que dije de la caballería menorquina que los estaba esperando con sables para cuando salieran de los túneles. Resulta que el Choni con la Harley atropelló a uno pero se volvió a levantar, en cambio cortados en trocitos no se pueden volver a enganchar. Y eso lo vi con estos ojos: se cayó del caballo uno de esos caballeros menorquines y un zombi iba hacia él. Entonces yo cogí el sable del suelo y empecé a darle tajos al zombi como hace Arguiñano con la cebolla y lo fui rebanando de un lado a otro en más de cien láminas.
También vinieron a nuestro fuerte aquellos señores sicilianos que llegaron en otro velero de lujo, muy bien vestidos y educados, pero tuvieron que salir corriendo porque sólo tenían pistolas y no podían matar zombis pero nos dijeron que conocían a algunos de ellos; y los menorquines lo mismo, decían que algún zombi era menorquín y otros, por el hablar, mallorquines, que hablan muy mal, como con los mocos en la boca. Se conoce, pues, que los zombis son sólo de las islas y habrán llegado desde Sicilia o desde donde sea por algún conducto por debajo del mar.
Ah, y a diferencia de los zombis de las películas, aquellos a los que los zombis matan no se convierten a su vez en zombis sino que se quedan muertos sin más, y eso lo vi porque mataron a algunos sicilianos que no se volvieron a levantar.
Y eso, que ahora hemos decidido adentrarnos en la isla y ir a la zona elevada, al monte Toro, que es el que está en la foto de arriba. Iremos a inspeccionar cómo está todo.