martes, 26 de abril de 2011

Puta la madre, puta la hija, puta la casa que las cobija

El título no quiere decir que yo diga palabrotas, que no las digo. Lo que he puesto es un refrán y, como los refranes son la sabiduría popular, eso es como si no lo hubiera escrito yo sino esa sabiduría popular. ¿Y por qué lo he escrito? Por la hija de doña Carmen, que se llama Rosario.
A ver si lo cuento sin liarme. El otro día expliqué que Rosario había venido de Barcelona para enterrar a su madre, se había encontrado con que el cadáver había desaparecido y, como todo estaba cerrado por las vacaciones de Semana Santa, tuvo que esperar hasta ayer lunes para saber algo. Bueno, pues hoy, como todos los martes y jueves de 10 a 11, he ido con las amigas al gimnasio, que nos lo subvenciona el ayuntamiento por lo del colesterol y el corazón, y tenemos una monitora que nos tiene toda la hora haciendo ejercicio de andar rápido, tumbarnos en una colchoneta, enredar con unas pelotas grandes... Total, que como acabamos reventadas, al salir, paramos siempre en una cafetería del paseo para recuperar calorías con un café con leche y cruasans de chocolate. Y hoy, como hacía buen tiempo, pues nos hemos sentado en la terracita, que os he puesto ahí una foto del paseo en otoño porque no la he encontrado en primavera.
Estábamos tan ricamente en eso cuando ha aparecido Rosario que venía del lado de la plaza de toros. Y la hemos conocido por el parecido con la madre. Además, como ella, venía hablando sola pero sin formar escándalo aunque gesticulando. Y como ese chico de otro blog, Hidalgocinis, el que se preocupa por todo el mundo, me había pedido que me informara de si estaba bien o no, pues la he llamado. Cuando le he preguntado si efectivamente era la hija de doña Carmen me ha contestado muy educadamente que sí para servir a Dios y a usted. Rápidamente Feli, que de todo se quiere enterar, la ha invitado a sentarse con nosotras, ella ha aceptado y, cuando le hemos preguntado por el entierro de su madre nos ha contestado que eso era lo de menos ya. Le pregunta Feli qué es lo que pasa y mejor que no se lo hubiera preguntado porque nos ha metido el miedo en el cuerpo: nos ha dicho que lo que pasó con el terremoto del Japón fue sólo un anuncio. Que, si teníamos bodega en casa, que aquí en Calatayud sólo hay en las casas antiguas pero en los pueblos las hay en todas, eso, que si teníamos bodega en casa nos metiéramos dentro con toda la familia. Y lo que más miedo nos ha dado ha sido cuando ha dicho que el cielo se llenaría de bichos diez veces más grandes que los murciélagos y taparían el sol; y ha sido como si lo estuviera viendo, porque ha mirado hacia el sol con los ojos abiertos y eso nadie puede hacerlo porque se queda ciego.
Ah, y la hemos invitado a un café con leche, que cruasán no ha querido. Y suerte que, en cuanto se lo ha acabado, se ha marchado y no ha seguido, que estábamos las tres temblando y nos hemos quedado más de un cuarto de hora allí calladas.
Y eso es lo que quería decir con el refrán del título, que a lo mejor lo de ver cosas raras se hereda de madres a hijas. Pero yo no quería decir la palabra del título, sólo la usaba como eso que llaman metáfora, como cuando a un niño le dicen que es un sol.
Y que una cosa es que las gitanas se ganen la vida leyendo la mano y diciéndote que encontrarás novio y otra cosa es ir metiéndole miedo a la gente.

6 comentarios:

  1. Hola, Pilar, anda que me pones buena, que te voy leyendo aunque no lo parezca. No soy ligera de cascos, ojalá. En todo caso, entiendo tu curiosidad, más aún teniendo en cuenta lo que mencionas de tu propia vida. Espero que los cruasans estén de muerte, porque parece lo más emocionante que te pasa.

    Al margen, claro, de lo de la gitana. Muy curioso. Últimamente, ocurren cosas muy raras, aunque luego miras por internet y resulta que son muy pocos los que se han enterado...

    pd no sabes la suerte que tienes tú de que yo no sea tu nuera. Y que el apartamento sea tuyo, no es justificación para comportarte como una bruja. Simplemente, a mí no me verías el pelo allí, que ni falta que me hace, sobre todo si lo que pretendes es tener una criada gratis y encima chotearte de ella.

    Aunque más culpa que tú la tiene tu hijo. ¿Dónde andaba, mientras tú te hacías la sueca y ella cocinaba? Anda que... Ya te digo yo desde aquí que no ha nacido el tío que me haga a mí eso.

    pd2 para que te enteres, mi suegra, que falleció hace tres años, me adoraba. Así que tan mala nuera no seré. Pero claro, ella no era una arpía. Conste que te lo digo con aprecio, como cuando tú me llamas a mí frívola o ligera de cascos.

    Cuídate, cielo. Bueno, a qué decirlo. Ya se ve que sabes cuidarte.

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  2. Estimada señora.
    Muchas gracias por hacer pública la información. Yo de usted y sus amigas permanecería cerca de la tal amiga Rosario.
    Y yo de usted y sus amigas transmitiría esas visiones de la señorita Rosario a cuántas personas pudiera lo antes posible.
    Permanezca cerca de la gitana, ¿me hará ese favor?

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  3. Rebeca: ya me pondré contigo más despacito, que ahora estoy tan nerviosa con lo que me dice Hidalgocinis que me parece que hoy sólo pondré una poesía en el blog. Porque se ve según he leído en otros blogs que Hidalgocinis adivina cosas y por la manera de hablar es como si viera que aquí va a pasar algo malo.
    Ah, que no pongas tantas veces pd, que se te va a quedar cara de posdata.

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  4. Hola, Hidalgocinis: ya procuraremos vigilar a Rosario para que no cometa ninguna torpeza. Pero no podemos andar por ahí repitiendo lo que dice ella porque nos encerrarían. Lo único que podemos hacer es decir lo que dice ella pero diciendo eso, que son cosas suyas, no nuestras.

    Ya te diré algo.

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  5. Querida Pilar, jajajaja, es usted un encanto.
    Tiene razón, aún estamos aquí y el cielo sigue siendo azul.
    Pero ande con la Rosario...

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  6. Eso, con calma, que no estamos ya para ajetreos. Hasta podemos olvidarlo, si te parece.

    Y entiendo lo del asunto de Rosario, sí, atiéndelo. Que es muy raro todo... Si te soy sincera, no sé qué pensar.

    En cuanto a lo último, mujer, no exageremos, sólo lo puse una vez más que tú. Tampoco es como para alarmarse. ¿O es que te ha pasado a ti alguna vez?

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