Ayer nos dio por lo mismo que el año pasado por estas fechas. Me llama Feli a las nueve de la mañana con la idea de irnos a la noche al casino de Zaragoza. Que había llamado a Julia y estaba de acuerdo. Claro, yo no iba a decir que no, con lo que me divierto viendo la bolita dar vueltas. Y lo hacemos bien, sin caer en el vicio. Nos llevamos cada una mil euros y dejamos la tarjeta de crédito en casa para no caer en la tentación si se nos acaban esos mil euros. Pues ya me ves que voy a la caja de ahorros y le doy un tiento a la libreta que si se enteran mis hijos me forman un escándalo. Pero digo yo que las perras son mías y el día que yo falte ya se apañarán con lo que quede.
Además ahora el casino de Zaragoza está muy bien situado, muy céntrico, junto al hotel Palafox, y no como antes que había que dar toda la vuelta, coger la autopista de Lérida y salir por Alfajarín para subir un cerro. Y muy moderno, que he encontrado fotos:
Ah, y casi me olvido: que íbamos con el coche y estaríamos a la altura de La Almunia que suelta Feli:
-Con esto de llevar cada una mil euros, ¿no os sentís un poco mileuristas?
Y nos dio la risa tonta a las tres que un poco más y nos estampamos por allá por donde están los molinillos esos de viento en el puerto de La Muela.
Bueno, pues llegamos y lo primero cenar, que nos llevó Julia a un restaurante muy puesto por la zona de Delicias. Y bien cenadas, allá para el casino que fuimos. Cambiamos todo el dinero por fichas menos 50 euros por si nos tomábamos algo y nos sentamos en una mesa de ruleta francesa. Porque la idea era o volvernos cuando se nos acabara el dinero o cuando nos dieran las tres de la mañana; y nos teníamos prohibido dejarnos dinero la una a la otra en el caso de que una ganara y otra perdiera.
Y te dan un papelito y todo para que apuntes los números que van saliendo porque hay gente que va haciendo cálculos y piensa que si lleva cien veces sin salir un número tiene más probabilidades de salir pero yo, ni caso, que jugaba cada vez tres fichas de 20 euros: una siempre al rojo; otra fija en el 17 que es el día que murió mi difunto y por eso de que las desgracias traen suerte; y otra en lo que llaman la calle, los tres números que van seguidos en el tapete, que si 1, 2, 3, y cambiaba cada vez bajando al 4, 5, 6 y así... Ellas dos iban jugando a lo loco, que si cinco fichas al impar, que si tres en un cuadrado, que si un pleno y luego otro. Ah, bueno, y casi me da vergüenza contarlo. Los crupieres unos chicos majísimos y muy educados pero el jefe de sala... como que vino a llamarnos la atención. Total, que yo tenía mi apuesta en el 17, Julia va y la pone en el 19 y sale el 18; nos da la risa tonta a las dos, se contagia Feli y en esto que se acerca muy serio el jefe de sala con lo de señoras, hagan ustedes el favor. Si sería mal educado...
Y a las dos de la mañana ninguna de las tres teníamos un céntimo. Porque nos aceleramos a última hora y nos dio por ir doblando apuestas en el rojo y el negro y todo eso que pasa cuando una juega sin ton ni son.
Pues para casita con mil euros menos de patrimonio.
¿Jugar en el Casino no es pecado?
ResponderEliminarA ver, ricura: no sé si es pecado pero creo que no. No puede ser pecado que una señora se divierta. Y no sé si habrás pensado que como soy mayor me paso el día con la mantilla en la cabeza y el misal bajo el brazo. Pero no. Además, para que veas lo modernos que son aquí los curas, te he puesto un enlace a un blog del párroco de san Andrés de aquí.
ResponderEliminarY me parece que tú eres esa chica que trabaja en una tienda de moda, ¿no? Pues ya me dirás dónde la tienes, que me gustan mucho los modelitos.