sábado, 27 de agosto de 2011

Una no gana para sustos

Ya conté el otro día cómo el martes fuimos a la reunión del ayuntamiento de Mahón pero Rosario se quedó porque quería investigar el olor que venía por los túneles del castillo. Pues el volver va y me dice:
-Ay, señora Pilar, que ese olor me da mala espina y seguro que algún peligro nos acecha.
Nos vamos a dormir en una amplia sala bajo tierra todos juntos para estar más protegidos y, a la mañana siguiente, como soy de poco dormir, las seis serían que me levanto y, sin hacer ruido, me cojo una linterna y me meto en camisón por un túnel a inspeccionar. En esto que oigo detrás de mí unos pasos, me giro y era don José María. Me pregunta dónde voy y le digo lo que hay, que Rosario veía peligro por ahí:
-Pues te acompaño -que ya dije que nos tuteamos-.
Giramos un recodo y en esto me dice:
-Mira lo que hay aquí en la pared.
Y yo, tonta de mí, me pongo delante de la pared a mirar si sería una pintura prehistórica cuando me levanta desde atrás el camisón y me dice:
-Vas a ver ahora cosita rica.
Pero fue catar y no catar porque le oigo dar un grito, me giro y veo que se la había vuelto pequeñita. ¿Por qué? Pues se le había cortado el asunto porque por el fondo del túnel venía toda una tribu de zombis andando como en las películas, con paso lento pero ininterrupido. Don José María dando voces por el túnel, otros zombis apareciendo por los túneles laterales, yo corriendo, llegamos a la sala y todos despiertos preguntando qué pasa:
-¡¡Zombis, zombis!!
Salimos al exterior y ya la caballería menorquina que ya se había vestido, había ensillado los caballos y estaban montados esperando a los zombis con unos sables que daba miedo verlos.
Bueno, pues no puedo escribir más porque se me está acabando la batería. Como el miércoles por la mañana salí disparada con el portátil bajo el brazo y no lo he podido recargar porque hemos ido de un lado al otro matando zombis pues eso. A ver si mañana puedo acabar de explicarlo todo, que ya los tenemos casi ahuyentados.

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