jueves, 30 de junio de 2011

Estamos veraneando

¡Qué desgracias he leído por los blogs de las amigas! Blanca y Rebeca dicen que los monstruos han destruido Bilbao: ¿dónde irán ahora a beber potes las cuadrillas? Y resulta también que a Rebeca la querían violar aunque no exactamente y que a la sueca que se había traído ese pretendiente suyo, Enrique, para darle celos, se la llevó un gusano al infierno para sacrificarla y qué sé yo, que no entiendo cómo a esa chica aún le quedan ganas para escribir tanto... Pero lo mejor, el modelito que se ha puesto Blanca, la que tiene una tienda de ropa, para luchar contra los monstruos. ¡Qué envidia me da!
Los chicos andan diciendo cosas raras: Hidalgo y también Braulio, el que antes hablaba en catalán y ahora habla en mejicano, dicen que va a venir un Rey que, por lo que entiendo, va a ser como el Niño Jesús pero al revés porque vendrá a esclavizarnos. Y se ve que ahora Andy, en vez de tocar el violín para camelar a las nenas, lo toca para encantar a los monstruos.
Bueno, y luego todo el jaleo de armamento que se llevan para matar a los monstruos, que si espadas de samurais o de la guerra de las galaxias, que si helicópteros superultramodernos, que si pistolas mágicas... Pues eso, nosotras en el pueblo tan tranquilas. Resulta que el miércoles de la semana pasada, después de que el domingo un pajarraco se llevara a uno de los acampados insurrectos, el sargento de la Guardia Civil convocó al comité de defensa popular del que Rosario y yo formamos parte por lo que dije de que éramos las lideresas del pueblo. Pues aparece el cura y dice que lo que hay que hacer para alejar a los pajarracos del pueblo es rociarlo con agua bendita:
-Pero, padre, con el debido respeto, que estamos en el siglo XXI.
Eso le contestó el sargento. Y el cura dicen que es muy moderno, de los que dicen cosas graciosas como que Dios está con los mileuristas y con los que no pueden pagar la hipoteca. 
-Nada se pierde con probar.
-Pero no va a ir con el hisopo casa por casa.
-No, se bendice el depósito del agua y, cuando el agua empiece a correr por las casas, quedarán todas bendecidas. Y cuando salga el camión cisterna a regar las calles, también quedarán bendecidas.
Dicho y hecho. Total, que el viernes aparece una bandada de pájaros que venía derechita para nosotros de la parte de Teruel y, al llegar a un kilómetro del pueblo, cuando ya estaba todo el mundo por los tejados preparado para disparar, van y se paran, empiezan a dar vueltas y se vuelven por donde habían venido. Porque se ve que tienen un olfato muy fino y se habían olido el agua bendita.
Así que ahora el pueblo tranquilo sin necesidad de hacer ruido con escopetas ni con helicópteros. Y sin nuizes de esos de los que hablan en los otros blogs. Le propuse a Rosario quedarnos aquí, que siempre estaremos más seguras que en Calatayud, y nos hemos puesto a veranear. Cada mañana nos ponemos el biquini y vamos a la piscina municipal a que los hombres nos digan picardías.
 

martes, 21 de junio de 2011

Nos hemos convertido en las lideresas -o como se diga- del pueblo

Pues que anteayer domingo, va Rosario y tiene otra pesadilla. Voy a su alcoba, la despierto y me dice:
-Mañana a mediodía nos van a atacar otra vez los monstruos.
-Pues hay que decírselo al sargento de la Guardia Civil.
-No nos van a hacer caso, se pensarán que soy bruja.
Pero la convenzo, nos llegamos al cuartel y preguntamos por el sargento, que estaba arreglándose para ir a misa mayor. Sale con su tricornio brillando y le digo:
-Señor sargento, mañana vendrán los pajarracos.
-¿Y usted cómo lo sabe?
Señalo a Rosario y le digo:
-Lo sabe ella, que es gitana y tiene un sexto sentido.
Pero como de toda la vida los gitanos y la Guardia Civil se han llevado como el perro y el gato, va y contesta:
-¿A que las meto a las dos en calabozo por burlarse de la autoridad?
Y Rosario, que a veces se pone descarada, le dice:
-Pues si nos mete en el calabozo, mejor, que como tendrá rejas no podrán traspasarlas y estaremos más seguras que ustedes. Además, ya le digo que vendrán desde abajo, por la parte de Teruel.
Nos manda para casa como si estuviéramos locas pero, por si acaso, el lunes por la mañana ya había mandado distribuir a la gente por los solanares, que son aquí como unos terrados tapados que miran hacia el sur.
Ah, y al volver para casa, pasamos por la plaza, que estaban los acampados, unos ocupas que vinieron hace tiempo de Zaragoza y eran exactamente ocho, casi como en esta en esta foto: 
Y habían colgado una pancarta desde la iglesia hasta el ayuntamiento que decía: MENOS HIPOTECAS Y MÁS CERVEZAS. Y otra más pequeña que decía: DEMOCRACIA REAL Y JIM MORRISON PRESIDENTE, que a mí me extrañó que supieran quién era Jim Morrison. Pues va Rosario y les dice:
-Criaturitas, mañana por la mañana mejor que os vayáis para casa, que vendrán los pajarracos.
Van y se ríen de ella y yo pienso en lo que habría pensado mi difunto, lo de que habría que mandarlos a la mili pero a la legión, al África para que acamparan en el Sahara.
Y ayer lunes, efectivamente, está dando el reloj de la iglesia las doce y aparecen los pájaros en formación, que parecía aquella película de helicópteros, Apocalypse Now. Rosario que se baja corriendo a la bodega y yo, como resulta que no me pueden ver, me salgo a la calle y empiezo a oír disparos desde los tejados. Y venga a llover cartuchos de caza y balas, que hasta cayó acribillado uno y se ve que el médico, que es un forofo de CSI, le está haciendo una autopsia.
Bueno, pues me voy a la plaza suponiendo que los acampados se habían ido y los veo que en ese momento se ponen a correr. Pero hubo uno, pobrecillo, que mientras corría lo atrapó un pájaro por la cabeza y lo alzó por los aires. Supongo que en ese momento habría cambiado su suerte por la de un parado a punto de ser desahuciado por no poder pagar la hipoteca.
Y el caso es que ayer noche vino el sargento a casa a pedirnos consejo. Aunque me quedé con la duda de si lo que de verdad quería era algo conmigo.

martes, 14 de junio de 2011

Ya he acabado la declaración de la renta

¡Cómo está el planeta y yo dedicada a la declaración de renta!
Pues eso, que acabo de leer todos los blogs y parece la guerra total: unos bichos como los de aquí han atacado el sitio donde están Hidalgo y Braulio. Rebeca y sus novios han visto un monstruo que parece la araña del Señor de los anillos y donde está Blanca han matado a otro bicho con una motosierra.
Pues yo, tan tranquila. Pero con los pajarracos, que Braulio los llama ocellets porque dice que eso significa pajaritos en catalán, me había olvidado completamente de cumplir con una de mis obligaciones ciudadanas, la de hacer la declaración de renta, que siempre me la hago yo como me enseñó mi difunto. Total, que como tenía los papeles en casa, tuve que hacer otro viaje a Catalayud, el viernes, y otra vez vi una bandada de pajarracos que volaba en dirección a Soria y que tampoco me hicieron caso. Recogí los papeles del banco donde me decían todo lo que había ganado con las cuentas de ahorro, las cuentas a plazo y no sé qué depósitos. También me encontré el borrador que me había enviado Hacienda donde estaban detalladas sin olvidarse ni una todas las operaciones de bolsa que hice el año pasado y el certificado de lo que había cobrado de pensión.
Aproveché el día para ver a la Julia y a la Feli, que parecen no enterarse de nada de lo que pasa, y al atardecer me volví. Pues eso, el sábado por la mañana me bajé el programa PADRE y todo el fin de semana y ayer los he pasado con eso que llaman ingeniería financiera, o sea, juegos malabares para que la declaración me salga negativa.
Y como ya la he acabado, a partir de mañana me dedico a la guerra contra los pajaritos, que voy a ir al cuartel de la Guardia Civil a ponerme a disposición del sargento.

miércoles, 8 de junio de 2011

Invisible

El otro día me olvidé de contar una cosa importante. Que el chico -Lucas Drill se llamaba- que vino el viernes pasado de parte de Rolando para traernos el USB y que se quedó a comer con nosotras me dijo que para los monstruos yo soy invisible. Sí, tal como suena, que tengo unos poderes o algo así por los que los monstruos voladores no pueden verme. Yo, por si acaso, no me fiaba mucho de eso de ser invisible y estos días seguíamos haciendo la vida que ya dije: de noche en la bodega y durante el día en casa pero preparadas para bajar a la bodega si pasaba algo. Eso sí, salía tranquilamente a comprar el pan o lo que fuera y veía a los hombres del pueblo que habían organizado unas guardias con escopetas por las esquinas de las plazas. Y había un guardia civil fijo en lo alto del campanario para vigilar a lo lejos. Pero desde que pasó aquel bicho solo sin atacar no han vuelto a aparecer.
Ah, y he leído los blogs de las amigas, de Blanca y Rebeca, que andan por el norte y resulta que también están escondiéndose. Pero se ve que los bichos que las atacan son diferentes y se esconden por los sótanos para poner huevos, que me han recordado aquella película que me dio tanto miedo, Alien. También ha aparecido Andy, el chico que tocaba el violín para conquistar chicas y se ve que lo habían cogido prisionero unos chinos junto a noFaustino, el señor separado que tiene una mujer muy golfa.
Pero lo que quería contar es que ayer, ya confiada en que no nos atacaban los monstruos y en lo de que a lo mejor sí que era invisible, me decidí a bajar a Calatayud para ver a las amigas, que sólo habíamos hablado por el móvil y las echaba de menos. A Rosario le dije que mejor se quedara porque ella no es invisible y que si pasaba algo se metiera en la bodega.
Pues voy con el coche y al salir ya a la carretera que baja del Monasterio de Piedra a Calatayud me para un guardia civil que estaba haciendo guardia con su tricornio, muy educado él, y me dice que dónde voy, que es muy peligroso salir. Yo, claro, no le iba a decir que era invisible, pero le conté que tenía una urgencia en Calatayud y que me arriesgaba. Él insistía, yo también, y al final tuvo que darse por vencido.
¿Que si soy invisible? Pues a unos cinco kilómetros hay una recta muy larga y me veo una bandada de lo menos ocho o nueve pajarracos dando vueltas en el aire pero sin que parecieran hacerme caso. Sigo, ellos a lo suyo y, por probar, me paro, salgo del coche y me pongo a gritar y saltar para llamarles la atención. Pues eso, como si yo no existiera, mejor que mejor.
Ah, y con las amigas echamos la partidica y nos bebimos nuestras copas de anís. Les pregunto por el accidente de tren del otro día y me dicen que las autoridades no han querido decir nada. Y entre eso y que la gente estaba que si con la crisis del pepino, la revolución de los acampados y el accidente de Ortega Cano, pues todo olvidado.
Y al volver al pueblo me encuentro, al llegar, al mismo guardia civil que me para y me mira extrañado. Que de dónde vengo.
-Pues de Calatayud.
-¿Y no le ha pasado nada durante el viaje?
Que se conoce que el vigía del campanario había visto los mismos bichos que yo y el guardia civil, angelico, se pensaría que se me habían comido con patatas para merendar.
Yo, de haber sabido que seguía estando él de guardia a la entrada del pueblo, le habría comprado unos guirlaches y adoquines en la dulcería Montes.
Pues eso.

viernes, 3 de junio de 2011

Un bicho que nos sobrevuela

Ayer dije que los bichos nos habían atacado dos veces y conté lo del domingo con lo del neorrural que se llevaron por los aires y del que no se ha encontrado el más mínimo resto. Pues el martes pasó otra cosa que no fue propiamente un ataque: que un solo bicho estuvo rato sobrevolando el pueblo. Serían las nueve de la mañana y se empezaron a oír disparos por donde llaman el Paradero, que se llama así porque allí paraba antiguamente el coche de línea de Calatayud. Primero disparos sueltos que parecían de la misma escopeta y luego muchos disparos desde diferentes escopetas. Rosario me mira extrañada, se para a pensar y me dice:
-Si yo no lo he presentido antes es porque no hay peligro. Vamos a ver qué pasa.
Salimos a la calle y cada vez se oían más disparos. Miramos al cielo y vemos en el aire dando vueltas en círculo un bicho parecido a ese que pongo en el dibujo, con cara de mujer, aunque más vieja, esas colas y también unas alas como de murciélago. Pero lo que había dicho Rosario, que el monstruo no bajaba a tierra a llevarse a nadie sino que sólo estuve dando vueltas una media hora hasta que se marchó en dirección a Ateca. Ah, y por más balas y cartuchos que le disparaban, seguía dando vueltas sin inmutarse y sin que le alcanzaran.
Otra cosa importante: que esta mañana llaman al picaporte, bajo y me veo un chico jovencillo y sonriente que me dice que es amigo de Rolando, el novio perdido de Rebeca que ahora anda con ella, y que me trae una cosa de su parte. Yo, al oír eso, le he hecho pasar y subir, y ha estado hablando con nosotras y hasta se ha quedado a comer. Lo que me traía era un aparatito USB, de los que se ponen para conectarse a Internet y ahora mismo estoy conectada con él. Nos ha dicho que dentro de poco va a ser la única manera de estar en contacto con los otros blogs porque habremos de meternos en la bodega durante una larga temporada y ahí no sirven los USB normales porque no los ve el satélite. Nos ha dicho también Rolando le había encargado proteger a unas cuantas personas de esta región, entre las que estábamos nosotras, que somos conscientes de lo que pasa. Y nos ha hablado de los pajarracos voladores, nos ha dicho cómo se llaman, que no me acuerdo porque era un nombre raro, y que salían de las grietas de la tierra, algo que había dicho Rosario, que la tierra se abriría.
Pues qué miedo, que ahora mismo vamos a cenar y luego a dormir a la bodega.

jueves, 2 de junio de 2011

Ya estoy aquí

Es que he estado malita y en cama. Y esta vez era Rosario la que me cuidaba a mí. Llamó al médico, vino, y lo que ella misma decía, que lo mío eran nervios desde lo del otro día en la estación de Calatayud. Puede ser, que incluso puede ser lo que dijo el médico, que todo lo que está pasando me haya provocado fiebre.
Ah, y eran verdad los pajarracos, ya los hemos visto. Igualicos que el que dibujó Rosario aquella mañana en una servilleta cuando estaba con las amigas en la cafetería del paseo de Calatayud. Vinieron dos veces. La primera fue el domingo pasado. Rosario ya andaba nerviosa desde primera hora de la mañana y dijo que no estaba muy segura pero que a lo peor algo iba a ocurrir. Y ocurrió, a la hora del aperitivo. Nosotras estábamos aquí en casa preparando la comida, Rosario se pone de repente a gritar que bajáramos corriendo a la bodega y el tiempo justo de apagar el gas porque un momento después de decirlo Rosario se empezaron a oír graznidos, muchos, como de toda una bandada, y muy fuertes. Pues si bajamos a la una hasta pasadas las cuatro no salimos, cuando ya estábamos seguras de que no había peligro y se oía gente por la calle: que se sepa sólo hay un muerto y vive aquí pero no es del pueblo. Es uno de los que llaman neorrurales, de esos que se instalaron aquí huyendo de las grandes ciudades y ahora andan quejándose al ayuntamiento porque las campanas de la iglesia suenan de noche; y el alcalde que eso es cuestión del cura y el cura con que si han sonado toda la vida... Total, que estaban en el bar de Alfonso con el aperitivo y, cuando se dieron cuenta de lo que ocurría, él salió de estampida mientras los demás, como sabían que en el bar también hay bodega, allí que se metieron. Pues dicen que alguien vio desde detrás de un balcón cómo un bicho lo agarraba y se lo llevaba por el aire sin que hasta ahora haya aparecido ni el cadáver.
Ya la misma tarde sacó un pregón el alcalde para reunir a la gente en la plaza a las ocho. Y se presentó con el sargento de la Guardia Civil: que ha hablado con no sé cuántas autoridades y se ve que no nos pueden ayudar ni desde Zaragoza ni desde Madrid porque en las grandes ciudades está ocurriendo lo mismo; y que ha creado una comisión de urgencia con el sargento y el médico. Luego habló el sargento y dijo que a las nueve se presentaran en el cuartel todos los que habían hecho la mili y todos los que tuvieran armas de fuego, de caza o de lo que fuera, aunque las tuvieran sin permiso.
Y ya mañana cuento el otro ataque, que fue ayer. Porque ahora vamos a hacer la cena y a meternos en la bodega. Que es lo que hacemos: por la mañana en la casa pero atentas y, de noche, a dormir a la bodega, que ya la tenemos muy bien acondicionada.
La foto que os he puesto hoy es la de la fuente de cinco caños donde antiguamente, antes del agua corriente, iba a surtirse la gente. Al lado estaba el pilón para las caballerías y luego el lavadero municipal.
Ah, bueno, que he leído los otros blogs. Y ya les vale, ya, a Blanca y Rebeca: o sea, cuantas más desgracias más veces abren las piernas...