miércoles, 27 de abril de 2011

Una poesía de Gutierre de Cetina



Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.

2 comentarios:

  1. Es muy bonita esta poesía Pilar, me ha gustado y es cierto que últimamente se leen cosas un poco raras por aquí, al menos en mi blog alguien me ha dejado un comentario donde me avisa de no se qué que podría pasarle a una amiga mía que vive en el extrajero. Tendría que preguntarle a esa Rosario que todo lo ve.

    Y si me lo permites te diré que las suegras quisquillosas acaban quedándose solas, porque un hijo por bueno que sea, si tiene que elegir entre su mamá y la paz de su hogar siempre se quedará con esto último. Una amiga de mi mamá siempre decía que para llevarse bien con sus nueras y yernos tenía un truco y era: boca cerrada, bolsillo abierto. Ya sabes, es mejor una buena extrategia que mil batallas.

    Un besito.

    ResponderEliminar
  2. Hola, Blanca, gracias por la visita. Ya he ido a tu blog a ver los zapatos y también te he visto hablando de hombres con Rebeca. Luego pasaré por allá a devolverte la visita. Y a ese chico que te escribe, Hidalgocinis, yo también lo conozco y me ha pedido que cuide de Rosario, que la he visto antes y ya lo contaré esta noche cuando se me ordenen un poco las ideas, que me ha dejado hecha un lío.

    Pero no creo que Rosario sepa nada de tu amiga, que de lo que habla son cosas que dice que nos pasarán a todos, cosas muy feas. Ya os lo contaré.

    Y a mi nuera lo que le pasa es que en el fondo sí que me quiere; pero no puede soportar que mi hijo diga que yo hago mejor que ella la tortilla de patatas.

    ResponderEliminar